Surubí, dueño de aguas turbias

Texto y Fotos: Ariel Robledo
Un hermoso ejemplar de unos 10 kilos, le ponía el broche de oro a una jornada que fue sensacional en materia de piques y de buenos momentos compartidos con amigos.

Pescando Surubíes en Goya, Corrientes.

El sedimento que arrastra el Paraná tiñe de marrón al gran río, desplaza un poco a las especies de escama, y le da protagonismo a los bagres, entre los que se destaca el surubí, dueño y señor de pozones, salidas de laguna y zonas sucias, protagonista excluyente en los ricos ambientes de Goya.

La tormenta dejó por su paso mucho barro y aguas agitadas. Habíamos llegado a Goya un día martes, y era imposible salir al Paraná con tan malas condiciones climáticas. Aprovechamos entonces a conversar largamente con los organizadores de la próxima Fiesta Nacional del Surubí, quienes como todos los años asumen la responsabilidad de llevar adelante uno de los eventos más grandes a nivel mundial en pesca deportiva. En las cómodas instalaciones de Refugio del Río, fuimos intercambiando impresiones sobre esta fiesta que envuelve de alegría a la ciudad de Goya, pero que salpica también de turismo y visitantes a todas las localidades que rodean a una de las ciudades más grandes de la provincia.

En este mismo complejo, conversamos con Javier Enrique, guía de pesca, y Silvio Martínez, fiscal general de la competencia, con quienes fuimos delineando los pasos a dar en la jornada siguiente, que, según los pronósticos iba a estar soleada y con escaso viento. Por lo tanto, de los dos días que habíamos reservado para el relevamiento, sólo contaríamos con uno, y en él estaba depositadas todas las esperanzas.

La confianza de Javier era absoluta: “El agua está ideal para los cachorros, en media jornada tenemos que sacar varios…”

Si bien, los ámbitos que rodean a Goya siempre nos han deparado buenas pescas, la naturaleza tiene la última palabra, y después de cada tormenta sabemos que las condiciones se tornan algo adversas, por lo tanto, nos fuimos a descansar con la incógnita de no saber cómo nos recibiría la siguiente jornada.

Pronóstico acertado
Nos despertamos muy temprano y salimos al patio para ver el cielo. Densos nubarrones y el aroma a humedad todavía dominaban el ambiente. Hacia el sur, algunas nubes, parecían desplazarse hacia el oeste. Mientras desayunábamos, fuimos viendo que el firmamento se iba despejando, y eso nos generó mayor satisfacción. El pronóstico era acertado, las posibilidades de lluvia se disiparon y sólo restaba indagar cómo estaba el pique.

Nos dividimos en dos lanchas, y navegamos hacia el sur, tratando de recorrer las canchas de pesca que están comprendidas para la Fiesta, y por supuesto, también descubrir algunos ambientes más que según el Fiscal General de la prueba pueden llegar a considerarse como nuevas zonas.
Una hora de navegación aproximadamente nos demandó llegar hasta los primeros arroyos en donde íbamos a probar suerte.

Para esta ocasión llevamos de carnada morenas grandes, y lastramos los aparejos con plomo de unos 40 gramos. Los aparejos tenían anzuelos Maruseigo 30, con un líder de acero de unos 30 cm, ya que las palometas aún siguen muy activas.

Algunos reeles estaban cargados con nailon y otros con multifilamento, esto depende del gusto de cada pescador, y de cómo le tenga tomada la mano a la pesca. Para la fiesta es importante destacar que no se permite el uso de multifilamento, y que si se detecta esto en algún pescador puede quedar descalificado.
Ya en el punto de pesca, iniciamos la deriva sintiendo cómo los plomos rozaban el fondo. Si bien se perciben pequeños tirones, el pique se identifica con un golpe en seco en el anzuelo, y después vemos que el sedal se va aflojando, señal que el pez tiene la carnada en la boca. Es en este momento en donde debemos agudizar los sentidos para recuperar un poco de nailon y ver cómo se desplaza hacia uno de los costados. Levantamos la punta de la caña para detectar que el pez tiene la carnada en la boca y cuando creemos que el anzuelo puede causar el daño esperado, provocamos la clavada varias veces.

Con esta teoría en la cabeza comenzamos a recorrer el arroyo muy cerca de la zona de carrizos y camalotes que suelen ser sitios en donde el surubí merodea. La primera línea en romper con la monotonía de la deriva fue la de Iván Faure, quien esperó unos segundos hasta que sintió que el pez tenía el anzuelo en la boca. Uno, dos, y tres cañazos en firme y una lucha fantástica para generar los primeros aplausos. ¡Lindo cachorro! Destacó Javier, mientras las cámaras registraban la pelea. El comienzo fue de lujo, un hermoso cachorro que nos entusiasmaba a todos. Midió unos 70 cm, y según el reglamento esa pieza se contabiliza como válida ya que la medida mínima para la fiesta es de 60 cm. Fotos, y el saludo del pez cuando se escabulló de las manos de Iván.

Seguimos derivando en la zona, y desde la lancha de Silvio, nos avisan que Hugo tenía otro cachorro. Combativo y aguerrido el pez, demostró todas sus dotes de luchador antes de subir a la lancha. Plasmamos los momentos en las cámaras y con las explicaciones de Silvio, seguimos derivando.
Llegó mi turno, y la clavada fue efectiva. En mi caso usaba multifilamento, y aquí un pequeño consejo: cuando pescamos con este nuevo sedal, es importante que el freno del reel esté debidamente regulado, ya que si está muy frenado, el multifilamento se corta. Por ello tenemos que ajustar todo muy bien, para que cuando afirmamos la caña (no es necesario cañear varias veces) el freno del reel y la flexibilidad de la caña, le den la elasticidad que el multifilamento no tiene.

Tras la tercera captura conseguida en este curso, decidimos movernos hacia al Paraná, para ver si podíamos lograr algún surubí de mayor porte.

Continuamos pescando a la deriva, pero esta vez pasando por encima de grandes veriles, en donde siempre hay chances de conseguir algún buen pintado.

Llegó el turno de Alfredo Ávila, responsable del Complejo Refugio del Río, quien izó a la lancha un cachorro de unos 7 kilos. La alegría de Javier y Silvio era indisimulable, ya que ante el adverso panorama climático de la jornada anterior, la naturaleza nos demostraba que las condiciones para la pesca de surubíes son óptimas y que quizás con los primeros fríos, el movimiento de los pintados se acentuará.
Llego el mediodía con un balance altamente positivo de muchos surubíes, en su mayoría pequeños, pero con la esperanza intacta de lograr por la tarde alguno de mayor porte.

El almuerzo lo compartimos junto a la familia de Chapulín, un personaje de película que tiene su casa en medio de la isla y quien nos cocinó el asado en horno de barro, ¡un verdadero majar! Pasaron las horas entre anécdotas y cuentos de Chapulín, con la calidez de la gente de isla, y luego retornamos a la pesca.

La sorpresa
Eran cerca de las 15 hs. Cuando emprendimos rumbo hacia un tramo del Paraná que nos había dado buenos piques por la mañana. Iván, nos aseguró que a las 15:30 él iba a sacar el mejor surubí de la jornada, y entre risas y burlas todos arrojamos nuestros aparejos a la espera de algún pique.
Increíblemente cerca de las 15:20, un brutal pique casi le saca la caña a Iván, y tras una corrida de más de 20 metros, pudo clavar varias veces. Gritos en la lancha y los nervios del pescador para dominar a su excelente presa que demostraba su fortaleza en cada embate hacia las profundidades. ¡Te dije que a las 15:30 iba a sacar el más grande! Confirmaba el pescar, con una alegría tremenda. Pasaban los minutos y no podíamos divisar a la presa, hasta que entre las turbias aguas del Paraná la bella silueta gris con pintas negras, nos dejaba a todos en silencio. ¡Qué hermoso cachorro! Gritó Javier, y entre abrazos emocionados, lentamente lo pudimos subir a la lancha. ¡Este es el que buscábamos! Decía Alfredo y yo trataba de plasmar todo los momentos en buenas fotos.

Un hermoso ejemplar de unos 10 kilos, le ponía el broche de oro a una jornada que fue sensacional en materia de piques y de buenos momentos compartidos con amigos.

Esa misma alegría que teníamos todos en la lancha por la captura de Iván, seguramente se multiplicará durante la fecha del concurso, en donde cientos de pescadores depositarán sus aparejos y sus esperanzas en las turbias aguas del Paraná, esperando ansiosos que aparezca el gran surubí de sus sueños.

Fuente: elpatowebsite.com